El misterio de la segunda virtud
De nuevo la Esperanza necesaria.
Sin Esperanza no tengo vida ahora ni ilusión, sin presente no veo futuro.
Me hablaron al llegar de esperanza y reconcialición, dos
necesidades básicas, como los dos remos que llevarán a algún lugar la
barca de los pueblos con difícil historia, como el aceite y vino que
curaron de urgencia las heridas del caminante.
Con la Navidad casi amaneciendo, la primera es la esperanza con
mayúscula, que es pequeña y delicada, amenazada y siempre en peligro.
¿Cómo es la esperanza? Es tan frágil y desconfiada como luminosa y atractiva.
La esperanza es esperar con fe, no como quien espera un ómnibus, con molestias e impaciencia, sino como quien sabe, está seguro y confía, porque el amor y la utopía vencen al fin hasta la misma muerte.
En verdad una esperanza así que tanto sana y resucita, será como un milagro del Evangelio, un imposible que se hace realidad, la fe que
mueve montañas.
“¡Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor!”
Con el deseo que lo sea de verdad para muchos, esperanza temblorosa
pero llama siempre encendida, que alumbre sin más apagarse, en personas y
situaciones tantas que viven desesperadas.
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El poeta y filósofo francés Charles Péguy (1873-1914), en su
“Pórtico de la Segunda Virtud”, presentará así la esperanza con sus
paradojas, como estrella guía en la oscura noche.
Lo que más me asombra, dice Dios, es la esperanza,
y no salgo de mi asombro.
Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,
esta pequeña esperanza, inmortal.
y no salgo de mi asombro.
Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,
esta pequeña esperanza, inmortal.
La esperanza es una niñita de nada
que vino al mundo la Navidad del año pasado
y que juega todavía con enero, el buenazo,
con sus arbolitos de madera del nacimiento,
cubiertos de escarcha pintada.
Pero, sin embargo, esta niñita esperanza,
Pero, sin embargo, esta niñita esperanza,
es la que atravesará los mundos, esta niñita de nada,
ella sola, y llevando consigo las otras dos virtudes,
ella es la que atravesará los mundos llenos de obstáculos.
Como la estrella condujo a los tres Reyes Magos
desde los confines del Oriente, hacia la cuna de mi Hijo,
así una llama temblorosa, la esperanza,
ella sola, guiará a las virtudes y a los mundos,
una llama romperá las eternas tinieblas.
desde los confines del Oriente, hacia la cuna de mi Hijo,
así una llama temblorosa, la esperanza,
ella sola, guiará a las virtudes y a los mundos,
una llama romperá las eternas tinieblas.
“Anima visitante de la noche”, Yoshiro Tachibana (Japón, 1941) |
(Fuente)
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