Enrique Martínez Lozano |
Enrique Martínez Lozano (Guadalaviar, Teruel, 1950),
es psicoterapeuta, sociólogo y teólogo. Tiene el don de articular
psicología y espiritualidad de un modo sencillo, a la vez que profundo y
eficaz, potenciando el crecimiento personal y la experiencia de la más
genuina espiritualidad, desde la atención a nuestro peculiar momento de
transformación cultural.
El concepto de psicología y espiritualidad, la integración y la
unificación personal, quiénes somos, los modos de superar las
dificultades en las relaciones humanas o el fenómeno de la sombra, como
clave de comprensión, son algunos de los temas que desarrolla el
psicoterapeuta y teólogo Enrique Martínez Lozano en sus libros, lecturas
imprescindibles para todas aquellas las personas que anhelan vivir lo que son.
Paso a paso, dulcemente,
orar es VOLVER A CASA;
encontrar la vereda sencilla y escondida,
respirar y sentarse en silencio.
Sin más…
y nos parece poco porque
no hemos probado la “soledad sonora”,
los brazos del Amado
o la cena del encuentro.
orar es VOLVER A CASA;
encontrar la vereda sencilla y escondida,
respirar y sentarse en silencio.
Sin más…
y nos parece poco porque
no hemos probado la “soledad sonora”,
los brazos del Amado
o la cena del encuentro.
Paso a paso,
volver una y otra vez;
sin prisas,
con el ritmo puntual del corazón.
Volver como en un estribillo
que se llena de luz y de sabiduría
en cada repetición…
a la vez tan nueva.
volver una y otra vez;
sin prisas,
con el ritmo puntual del corazón.
Volver como en un estribillo
que se llena de luz y de sabiduría
en cada repetición…
a la vez tan nueva.
Volver y volver.
Y al final todo el cuerpo
se sabe de memoria el camino,
con los ojos cerrados,
incluso en la noche
y la “veredita no cria yerba”.
Y al final todo el cuerpo
se sabe de memoria el camino,
con los ojos cerrados,
incluso en la noche
y la “veredita no cria yerba”.
Te llamo “Tú”,
aunque eres más Yo que yo mismo.
Estoy en Ti,
pero cuando estoy en Ti, ya no soy yo.
Porque mientras soy yo
no puedo estar en Ti.
Es verdad que el pequeño yo
sigue añorando sus antiguas formas,
incluida su forma de orar:
necesita de la relación,
necesita dirigirse a Ti como su Tú,
y llamarte “Padre” y “Amigo”,
y eso le hace bien.
Pero, poco a poco,
está aprendiendo a hacerlo sin apego,
como el que sabe que se trata únicamente
de una forma transitoria,
como quien vive en un nivel de conciencia diferente.
Más allá de la palabra,
más allá de la imagen,
más allá del concepto,
más allá de la mente…,
¿cómo llamarte?,
¿cómo nombrarte?,
¿cómo agradecerte?,
¿cómo alabarte?,
¿cómo amarte?...
Me quedo en-Ti
en el Silencio,
en la Atención,
en el Presente.
En Ti,
que eres más Yo que yo mismo.
Me quedo en Ti,
porque ya no hay un “yo” enfrente,
porque no soy “yo”.
En el momento en que abandono los conceptos,
se me abren los ojos:
“Tú” y “yo” somos, en realidad, no-dos.
Por eso, no eres un “Tú” para “mí”.
Sencillamente, ES.
Todo es
lo Informe en la forma,
lo Absoluto en lo relativo,
lo Infinito en lo finito,
Unidad…,
Amor,
DIOS.
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