A Rudi, un cacereño de 38 años con más de dos décadas de trayectoria entre aerosoles y esprais, la llamada del párroco Ramon Mor le dejó perplejo, pero aceptó de inmediato el reto que suponía adaptar las técnicas de su estilo no sólo a la temática religiosa, sino a un espacio tan complicado como el ábside de una iglesia, teniéndose que inspirar además en el románico catalán.
Rudi, que vive en Alicante y a quien no le gusta el término grafitero para definir sus intervenciones, llamó a su amigo House, un artista madrileño también acostumbrado a trabajar en la calle, para acometer a cuatro manos este encargo, que debía incluir las imágenes de la Virgen y el Niño, la patrona Santa Eulàlia y la de una familia que simbolizara a los fieles de este barrio obrero de L'Hospitalet.
El objetivo de Ramon Mor, que lleva menos de un año al frente de la parroquia, era decorar el ábside del altar mayor de esta iglesia construida en 1957, que le resultaba "solemne pero muy vacío", y a la vez lanzar un mensaje de optimismo y solidaridad hacia los fieles en un momento de crisis.
Pidió permiso el arzobispado, aunque no especificó que había optado por un artista grafitero para el mural. "Lo mejor es que cuando lo vieran opinaran entonces si valía o no valía la pena", señala, convencido, Mor.
Lo primero que hizo el párroco fue proponer a Rudi que visitara el MNAC para inspirarse en las piezas del románico catalán -de hecho Santa Eulàlia de Provençana se encuentra junto a una ermita del siglo XII-, porque creía que ese estilo austero y a la vez de colores vivos era el más adecuado para el templo.
"Me presentó unos bocetos maravillosos, fantásticos. Había captado perfectamente la esencia, no era una copia y a la vez daba un mensaje actualizado", explica a Efe el párroco, que recuerda que la Iglesia siempre ha utilizado el arte para acercarse a sus fieles.
"La Iglesia, que en todo momento histórico ha intentado estar a la última en cuanto a medios para expresar su mensaje cristiano no puede de dejar de utilizar esta posibilidad que atrae a muchos jóvenes y a muchas formas de pensar", subraya.
Los creadores reconocen que lo más complicado fue cómo acercarse al románico. "Tuvimos que analizar las expresiones, las miradas. Solo con una línea cambias y pasas a otro estilo.
Estudiamos cómo lo hacían, los trazos, los colores planos y encajarlo en una cúpula para que desde abajo se viera bien", señala Rudi, que remarca que "todo el mural está hecho con aerosoles, menos algo de pincel en negro para darle el toque del estilo".
No obstante, Rudi recalca que el mural de Santa Eulàlia no es un grafiti: "El grafiti es un estilo, esto es una decoración mural hecha con aerosol, pero no tiene el estilo del grafiti".
Los artistas, que no han cobrado nada por este encargo -que consideran un proyecto excepcional-, dedicaron más de un mes a documentarse y a hacer los bocetos a lápiz y acuarela.
Rudi y House han estado diez días en los andamios, pintando intensamente en jornadas maratonianas para poder acabar la obra para el pasado fin de semana, ya que el sábado había programada una boda y había que acabarlo.
"Si la gente no supiera que el mural está hecho por grafiteros, por la calidad del dibujo y del acabado, por el tamaño del trazo, tan delgado y perfecto, nadie pensaría que está hecho con esprais", dice, admirado, el párroco de Santa Eulàlia.
Al cura se le ve encantado con los resultados. Los fieles y vecinos del barrio que se han acercado también lo están. Y parece que la fama de estos frescos del siglo XXI se está extendiendo, ya que en las últimas semanas los responsables de otras parroquias se han puesto en contacto con Mosén Mor, porque están interesados en hacer alguna intervención similar.
"El arte, ya sea por un medio como el grafiti, o el óleo, o la acuarela, cuando es bello, resalta y saca lo mejor del ser humano", dice esperanzado el párroco, que quiere animar a los fieles en un momento de incertidumbre.
(Fuente)
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