talleres donde reparar alas de colibríes.
Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.
Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado,
esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos, deudores del banco mundial.
Por una calle descascarada
por una mano bien apretada.
Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas,
de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas,
de sombras en pena del reino de lo natural
que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar.
por el deseo, por la simiente.
Por tanta noche, por el sol diario.
En compañía y en solitario.
Ala de colibrí,
liviana y pura.
Ala de colibrí
para la cura.
Silvio Rodríguez, 1995
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