martes, 28 de agosto de 2012

Matteo Ricci


El Papa Benedicto XVI le ha señalado como el “modelo de encuentro provechoso entre la civilización europea y la china”. Asimismo, la revista American Life lo considera uno de los cien personajes más influyentes e importantes del segundo milenio. 



Matteo Ricci, el jesuita que llevó la cruz al gigante asiático, es ahora homenajeado, cuatro lustros después de su muerte. Más de cien embajadores ante la Santa Sede han visitado la exposición ‘En las cumbres de la historia. P. Matteo Ricci (1552-1610) entre Roma y Pekín’. Asimismo, el libro y la película Matteo Ricci. Un gesuita nel regno del drago (Matteo Ricci. Un jesuita en el reino del dragón), esta última dirigida por Gjon Kolndrekaj, han tenido un éxito particular. 





Matteo Ricci y Li Madou fueron la misma persona. El primero, un joven fascinado por Oriente que navegó hacia la misión en China. Y el segundo, por invitación del mismo Emperador, uno más en la Corte de los mandarines.
De Macerata a Pekín 
Nacido en 1552 en la italiana ciudad de Mascerata, en el municipio de Marcas, fue hijo de una familia noble e importante. Instruido como literato y religioso en la escuela de los jesuitas y gracias al padre Cristoforo Clavio, a su formación se le añadieron conocimientos de matemáticas, astronomía, cartografía y ciencia. 

En 1582, su fascinación por Oriente le hizo navegar hacia China. Y tras el estudio de la lengua, las costumbres y la cultura, el joven jesuita gozó de la estima y la confianza de la clase culta china, hasta el punto de ser introducido en la Corte Imperial de Wanli.
Sus aportaciones científicas y literarias 
Matteo Ricci aportó grandes conocimientos de ciencia a la cultura china. En este sentido, demostró a los chinos que la tierra era redonda, dibujó el mapa del mundo como era conocido entones, construyó relojes mecánicos y tradujo, por primera vez, obras occidentales al chino. 

Asimismo, el que fuera conocido por Li Madou, tradujo al mandarín muchos tratados fundamentales para la ciencia occidental como los seis primeros libros de los Elementos de Euclides y el Manual de Epicteto

En 1584, Ricci escribió el primer libro impreso por extranjeros en China, un breve catecismo. Además, compuso y publicó un pequeño diccionario portugués-chino, el primer trabajo sinológico de la historia.
El evangelismo de Li Madou 
El misionario evangelista escribió el Tratado sobre la amistad y tradujo las Diez paradojas. En 1603, se imprimió Genuina nación de Dios, con la que el jesuita demostraba la existencia de Dios, explicaba la inmortalidad del alma y confutaba el monismo panteísta y la metempsicosis. 

Fueron muy importantes también los escritos dirigidos a los occidentales como Cartas y De la entrada de la Compañía de Jesús

La obra de Matteo Ricci fue tan impresionante que el Emperador le concedió el permiso de fundar una iglesia. Asimismo, fue introducido en el círculo de los mandarines, los más importantes funcionarios imperiales. 

Zhang Xiping, profesor de lengua china y literatura cristiana en la Universidad de Pekín y miembro de la Academia de Ciencias Sociales de China, ha manifestado que “la opinión de Ricci fue apreciada por los sabios chinos, tanto que hasta inicios de la dinastía de los Qing, el catolicismo se divulgó libremente en toda China". Asimismo, ha explicado Xiping, “se construyeron más de sesenta iglesias y más de doscientos misioneros evangelizaron China”.
Tumba de Matteo Ricci
El papa Juan Pablo II expresó que el padre Matteo Ricci estaba “justamente convencido de que la fe en Cristo no sólo no habría traído ningún daño a la cultura china, sino que la habría enriquecido y perfeccionado”. “El padre Ricci comprendió y apreció plenamente la cultura china desde el principio y su ejemplo debería servir de inspiración a muchos”, añadió Juan Pablo II. 

Benedicto XVI también se ha pronunciado y ha escrito: “Matteo Ricci, dotado de profunda fe y de extraordinario ingenio cultural y científico, dedicó largos años de su existencia a tejer un diálogo provechoso entre Occidente y Oriente llevando a cabo al mismo tiempo una penetrante acción de enraizamiento del Evangelio en la cultura del gran pueblo chino”. En conclusión, el Papa ha manifestado que el jesuita “fue un obediente ministro de la Iglesia e intrépido e inteligente mensajero del evangelio de Cristo”

“El padre Matteo Ricci es un gigante de la cultura y de la fe. Dotado de extraordinarias dotes intelectuales, se ha demostrado un verdadero genio de la inculturación, a través de la cual supo abrir el camino al diálogo entre Oriente y Occidente y a la evangelización de China”, ha explicado, recientemente, el obispo de Macerata y presidente de la Comisión Episcopal para la cultura de las comunicaciones sociales de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Claudio Giuliodori. 
(Fuente)








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