El lema "Fe + Caridad = Misión" es
presentado con trazos claros y firmes, a modo de axioma. El recurso de
la pizarra evoca que estamos ante una afirmación que implica adhesión e
interiorización. “No os canséis de educar a cada cristiano, desde la
infancia, en un espíritu verdaderamente universal y misionero, y de
sensibilizar a toda la comunidad para que sostenga y ayude a las
misiones según las necesidades de cada una” (Francisco).
La fotografía del papa Francisco,
besando el pie que previamente ha lavado, recuerda las palabras de
Jesús en el primer Jueves Santo de la historia: “Os he dado ejemplo
para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”
(Jn 13,15). En medio, la cruz del pectoral del Santo Padre. La
contemplación de la escena recuerda a los misioneros y misioneras, que
viven la experiencia gozosa de salir de uno mismo para ir al encuentro
de los otros en actitud de servicio y donación.
Fe + Caridad.
No es legítimo separar, y menos, oponer, fe y caridad, dos virtudes
teologales íntimamente unidas. “La existencia cristiana consiste en un
continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a
bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir
a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios” (Benedicto
XVI). Contemplación y acción están llamadas a coexistir e integrarse. La
acogida salvífica de Dios, su gracia, su perdón por la fe orienta y
promueve las obras de la caridad.
= Misión. La mayor obra de
caridad, que nace de la fe, es la evangelización. “Ninguna acción es más
benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de
la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio
[...]: la evangelización es la promoción más alta e integral de la
persona humana” (íd.). El anuncio del Evangelio se convierte en una
intervención de ayuda al prójimo, justicia para los más pobres,
posibilidad de instrucción y asistencia médica, entre otras
implicaciones sociales.
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