Desde las fuentes del Jordán, al pie del Monte Hermón, se
divisan los territorios de Siria y de Líbano.
Un precioso lugar donde renovar las promesas bautismales, a pocos días del
Año de la Fe.
Creer en Dios es para mi un don. Es saberme creada, amada, hija, y de ahí surge la respuesta agradecida y fraterna, la alabanza más sencilla y espontánea.
Creo en Jesús porque se hizo próximo a mi vida -vida que no me pertenece, que es suya-. Es un acontecimiento que me transforma.
Creeo en el Espíritu Santo y me siento acompañada, habitada,
consolada, y tengo la serena certeza de estar en las manos del dador de vida.
Agradezco el don de la Iglesia, la comunidad de seguidores de Jesús.
“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. "A dónde iremos, solo tú tienes palabras de vida eterna"
(parafraseando a Ángel de Buenafuente)
Enlázate
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