jueves, 25 de octubre de 2012

Hacia una pastoral de "engendramiento"

 La pastoral al hilo de los tiempos

Pastoral de transmisión o de encuadramiento
Apuntaba a "transmitir" la fe como una herencia recibida.
La gente se hacía cristiana como por ósmosis adoptando modos de pensar, comportamientos y prácticas.
Ser cristiano consistía en haber sido bautizado y en ser practicante.
La pastoral consistía en transmitir la doctrina, la moral, los sacramentos y la disciplina canónica de la Iglesia.
Se denomina pastoral de "encuadramiento" porque:
  • "cuadriculaba el espacio": una Iglesia por pueblo y por parroquia y un cura residente junto a ella.
  • "encuadraba" la vida de los creyentes desde su nacimiento hasta su muerte.
Dos pilares: la celebración de los sacramentos y la persona del cura.
Este paradigma sigue habitando en el imaginario de la mayoría de católicos -y no católicos-

Límites:
  • Surgió en una época en la que la sociedad era homogénea y la mayoría de ciudadanos eran creyentes y practicantes. La sociedad y la Iglesia estaban fuertemente imbricadas; de tal forma que condujo a la Iglesia a pensarse de manera privilegiada en términos de poder.
  • Se consiguió formar una "cristiandad", pero ¿se había "cristianizado" realmente? ¿Había transformado, el Evangelio, realmente a las personas?
Pastoral de la acogida

Después de la Segunda Guerra Mundial y las transformaciones culturales, la pastoral de "transmisión" pasó a una de "proximidad".
En una sociedad diversificada hasta el extremo, no basta con transmitir la doctrina de la Iglesia desde arriba y desde lejos, lo que importa es tener verdaderamente en cuenta a las personas, sus deseos, sus expectativas.
El CVII fue un paso decisivo. Juan XXIII había pedido insistentemente que se leyeran "los signos de los tiempos" y se pusiera en marcha un "magisterio con carácter sobre todo pastoral". Presentar la sustancia de la fe llegando a las formas de pensar de las personas de su tiempo. 
En este Concilio se afirmó que el Espíritu de Dios actúa en la evolución que pone en valor la dignidad de la persona y sus derechos.
Se legitima el pluralismo, la libertad de ser uno mismo y de decidir personalmente sobre la orientación de su vida.
Se subraya "la importancia de la comunicación y el diálogo, mediante los cuales unos exponen a otros la verdad que han encontrado para ayudarse mutuamente en la investigación de la verdad". Es una invitación a adherirse a la verdad "con asentimiento personal", escuchando a su propia conciencia.
Estos acentos innovadores del CVII han dado un impulso a la pastoral:
  • leer los signos de los tiempos.
  • escuchar lo que el Espíritu, que actúa en el mundo, dice a la Iglesia.
  • entrar en diálogo con otras religiones y otras concepciones de vida con gran respeto.

Los límites están en el terreno de lo concreto:
  • Creciente secularización. 
  • La familiaridad con el misterio cristiano se ha diluido en múltiples recomposiciones de lo religioso (donde más se muestra en en la pastoral del bautismo y del matrimonio)
  • Las personas piden sacramentos, pero andan lejos de darles su sentido teológico, aunque sí tienen un peso simbólico para ellas.
  • ¿Cómo respetar sus expectativas sin rebajar el misterio de la fe?
  • La actitud pastoral de acoger las peticines puede transformar la acción pastoral en una "lógica de ventanilla" y la parroquia en una "estación de servicio". ¿Cómo situarnos?
Pastoral de proposición

Distanciada de los dos paradigmas anteriores, pues
"Proponer" no tiene el mismo sentido que "transmitir". La fe es siempre "objeto de una elección", no entrar en un sistema, sino "un compromiso de la libertad", que presupone una adhesión libre al misterio cristiano.
El respeto a la libertad de cada uno es primordial.

"Proponer" no significa simplemente "acoger". El gesto pastoral es activo y dinámico. Proponer es tomar la iniciativa. Atreverse a anunciar públicamente la fe en una sociedad que tiende tendencia a relegar lo religioso al ámbito de lo privado, porque la fe comporta una serie de implicaciones éticas públicas. Apunta a humanizar el conjunto de la sociedad, trabajando a plena luz.

La Iglesia reconoce una serie de valores en la cultura contemporánea: libertad, pluralismo, compartir... Esto lleva a la Iglesia a situarse frente a sus contemporáneos no con la actitud del que mira la realidad desde arriba, pero sin renunciar a proponerles la tradición de la Iglesia de una forma abierta.

Límites:
  • "Proponer" sugiere una iniciativa que parte de la Iglesia y se dirige al exterior. Toda propuesta es una invitación que pide ser acogida, pero ¿instaura un verdadero diálogo de reciprocidad, donde todos progresamos hacia la verdad? ¿corremos el riesgo, en la práctica, de situarnos en la posición elevada del que tiene los recursos para compartir con el que no los tiene? No existe Evangelio sin diálogo. No podemos dar todas las respuestas antes de haber escuchado las preguntas. El diálogo se sostiene gracias a que un mismo Espíritu actúa en el evangelizador y el evangelizado.
  • La fe designa la respuesta que los creyentes dan a Dios y se comunica cuando leen las Escrituras y participan en la vida eclesial. La manera de creer se ha objetivado, a lo largo de los siglos en: una doctrina, una práctica sacramental y una disciplina canónica. Algunas de ellas son necesarias para señalizar el camino de una auténtica fe, pero no todas tienen la misma importancia.
  • ¿Deberíamos remontarnos hacia la fuente, hacia la "experiencia creyente" de la Iglesia? ¿No convendría "proponer el Evangelio" en vez de "proponer la fe"?
  • Esta pastoral se despliega en la vida pública y apunta a al largo plazo. Proponer "la fe" como una instancia de sentido entre otras en el ámbito cultural contemporáneo. Pero en la pastoral concreta, cuando las personas piden un sacramento y no le dan el sentido que enseña la Iglesia, ¿cómo articular el respeto a las libertades y la proposición de fe? ¿conviene invitar a seguir una iniciación cristiana como condición para recibir el sacramento? ¿puede suscitar esta catequesis una adhesión libre e interiorizada a la fe de la Iglesia en esas personas?

Pastoral de iniciación
Esta palabra remite a la comunidad cristiana tomada en su totalidad.
Iniciarse en la fe es familiarizarse progresivamente, los unos gracias a los otros, con la "vivencia cristiana integral":
  • Participación en las actividades de la comunidad
  • Inmersión en la liturgia de la Iglesia.
La perspectiva es ir transformando prgresivamente las parroquias en verdaderas comunidades cristianas.


Siendo una perspectiva muy estimulante, choca con las realidades del terreno. Límites:
  • Todos los esfuerzos de los 70, encaminados a suscitar comunidades, fueron casi en vano.
  • La situación actual es casi esquizofrénica: el discurso oficial es comunitario, pero la parroquia funciona como un servicio público de lo religioso (distribuye sacramentos, pero no da cuerpo a la Iglesia).
  • Hay resistencia en algunos feligreses que piden sacramentos, pero desconfían de la "comunidad". Tienen miedo a perder su libertad.


Nadie puede pretender poseer en nuestros días "el modelo pastoral" adaptado a los desafíos de la época contemporánea. 

La rápida evolución de las sociedades ultramodernas ya no permite determinar un paradigma único que pretendiera imponerse en todas partes.

La búsqueda del desarrollo integral personal, la búsqueda de la autonomía, el deseo de experimentar por nosotros mismos lo que hace vivir en el diálogo interpersonal han relativizado la confianza que las generaciones pasadas ponían en la revelación divina sustraída a los avatares de la historia y garantizada por la institución "Iglesia".

Es imposible prescindir de los itinerarios personales y diversificados de las personas que vienen a entrar en contacto con la Iglesia.

La coyuntura actual, lejos de ser un obstáculo para la evangelización, ofrece "una nueva oportunidad al Evangelio".


La pastoral de engendramiento no pretende sustituir a los otros modelos pastorales, pues se sitúa en otro plano. Comparta aspectos de transmisión, acogida, proposición e iniciación, pero los integra siguiendo un estilo evangélico que le es propio y le da su aspecto específico.


Pastoral de engendramiento
La palabra engendramiento remite a la experiencia humana más poderosa y también la más frágil, la más emotiva, la más gozosa y, a veces, la más dolorosa que existe. Evoca las palabras y gestos del hombre y la mujer que se aman y se unen para dar la vida. Juntos dan la vida a un nuevo ser que, a su vez, los engendra para que lleguen a ser padres. Por él acceden a una nueva identidad, ser padre y madre aprendiendo cotidianamente. Después viene la larga paciencia necesaria para la educación, que conduce al niño a construirse en un humano entre los seres humanos. Hay una serie de acontecimientos más significativos que acompasan este lento crecimiento de la vida.

La palabra engendramiento posee la riqueza de múltiples connotaciones: el don de la vida, la complementariedad entre lo masculino y lo femenino, la reciprocidad de los intercambios, el nacimiento a una identidad nueva; una actitud de acogida y entrega, de placer y alegría, también de sufrimiento, aceptando el duelo, la travesía de lo desconocido, la sorpresa ante lo imprevisible de la vida...
 
Una nueva oportunidad para el Evangelio
Vivir lo que somos
P. Philippe Bacq, sj
Profesor de Teología en Lumen Vitae, Bruselas


"Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un depósito valioso conservado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer al vaso mismo que lo contiene. (...) Donde está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está también la Iglesia y toda gracia"
San Ireneo, Contra las herejías (III, 24, 1).

Suscitar la vida
Resistir juntos y con todas nuestras fuerzas a todo lo que degrada al ser humano. El Dios en el que creen los cristianos crea a las personas a su imagen, libres, autónomas, creadoras de su historia. No cesa de trabajar con ellos para hacer el mundo más humano.

La obra de engendramiento es del orden del deseo, que se pone en movimiento por la presencia del otro, se brinda al diálogo y se pone de acuerdo por él. El estilo del Evangelio es determinante, Jesús se "siente movido a compasión"; esta expresión nos remite a las entrañas de la mujer que da a luz. De esta emoción brotan palabras y gestos que restauran y vuelven a dar fuerza y coraje para seguir adelante. Esta actitud acontece gracias a una relación renovada con Cristo y con los otros "estar con Él y haber sido enviado"

La relación con Cristo es lo primero que se alimenta en la oración y la vida sacramental. Está atravesada por un movimiento que lleva hacia los otros a través de una iniciativa hecha a base de respeto y simpatía/empatía.

Favorecer la aportación armoniosa de lo masculino y lo femenino

La palabra engendramiento subraya una cierta calidad de relaciones entre hombres y mujeres en la comunidad cristiana. Nadie engendra solo. Conjuga la aportación armoniosa de lo femenino y lo masculino. Suscita unas relaciones del orden de la vivencia íntima, por el simple placer de estar juntos y de llegar los unos por los otros a una nueva identidad. 

La obra de engendramiento remite a cada persona, a una manera de ser, compuesta de acogida y don. Invita a reconocer los carismas de cada uno.
El placer, el gozo y la alegría son connotaciones, pues nadie engendra por deber.





Entrar en unas relaciones de reciprocidad
No hay engendramiento que no sea mutuo. Esta pastoral se desarrolla en un medio comunitario, donde las personas mantienen relaciones de proximidad "miembros los unos de los otros" según la expresión de San Pablo. Nos engendramos en "la estima recíproca", el "afecto mutuo", edificando la casa de las relaciones mutuas, la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Esta pastoral presupone que las parroquias desarrollen células eclesiales con talla humana, sin hacer de ella un medio homogéneo, sino velando para que siga siendo un medio abierto a todos.

La Iglesia llega a ser lo que es mediante el diálogo incesantemente reanudado con los hombres y mujeres de su tiempo. Así se deja engendrar a una vida nueva, que se expresa a través de mediaciones institucionales objetivas en constante movimiento. Las fronteras entre cristianos y no cristianos no desaparecen, pero se hacen porosas, permeables a la acción del Espíritu


Sin miedo a renacer incesantemente a su propia identidad siguiendo las llamadas del Espíritu. Este "rejuvenecer" suscita un modo renovado de pensar la fe, de expresarla y de vivirla. Este aspecto dinámico es importante.
Esta pastoral no deja de lado aspectos organizativos e institucionales indispensables para conferirle fuerza y estabilidad, sino que elabora las estructuras necesarias, según los lugares y las circunstancias, y las intenta poner al servicio de las relaciones, que promueve de manera prioritaria.
 
Eficacia y rentabilidad son palabras clave en la sociedad ultramoderna, pero la preocupación por la eficacia hace correr el riesgo de servir de obstáculo a la fecundidad del Evangelio. La Palabra de Dios no da más fruto que por contagio relacional, tal como sugiere, el Evangelio de Juan, en los múltiples encuentros que constituyen el núcleo de la primera comunidad. 


Esta pastoral acoge las múltiples iniciativas que germinan en el ámbito local, al mismo tiempo que permanece atenta a integrarlas en una unidad pastoral más amplia. Apoya las pequeñas realizaciones diversificadas que considera signos de la aparición del Reino. Es una pastoral al modo "artesano".


Nacer juntos a una nueva identidad
Esta pastoral toca la identidad de las personas. No pretende en primer lugar ofrecer una doctrina, un mensaje, o proponer una práctica sacramental u otra. Desea hacer llagar a cada persona a su identidad propia y vela para que sea coherente consigo misma en las decisiones que tome. La verdad de la conciencia es lo principal, como lo es para el Evangelio y para los obispos del CVII. La persona responsable de la pastoral remite a las personas hacia sí mismas y se muestra respetuosa con su camino de libertad.


"La pastoral es el arte de encontrarse con alguien en el ámbito de su conciencia...
es el arte de suscitar en el otro, por medio de nuestra presencia, lo que tiene de más singular...
es el arte de engendrar conciencias" 
Christophe Theobald 


La pastoral de engendramiento reconoce que cada persona es única y se propone promoverla en lo que tiene de más personal. La Iglesia ofrece ampliamente a todas las personas su propia tradición y propone a aquellas que lo deseen, apropiársela personalmente. Hay un riesgo, centrarse más en el objeto a transmitir y dejar en la sombra la experiencia personal de la acogida de Dios, que se comunica a sí mismo "como un amigo" y que nos invita a "compartir su propia vida". Sólo Dios puede "engendrar" a alguien para que comparta su vida. 

La cuestión que se plantea es: ¿Qué pasa entre Dios y estas personas que viven al alba del siglo XXI? ¿Qué caminos toma él para llegar a ellas y hacerles nacer a su vida? ¿En qué les invita la Iglesia a transformar su manera tradicional de creer y de vivir para permitir el encuentro? La actitud es de discernimiento, de reconocer a Otro en el corazón del diálogo que se instaura. Antes de proponer la fe, o de desear iniciar a la fe, hemos de estar atentos a la relación que Dios desea instaurar con aquellas personas que se dirigen a él. Este desplazamiento descentra a la Iglesia de sí misma y la pone al mismo tiempo a la escucha de Dios y del mundo, en una actitud de subestima, como decía Pedro "¿Quién soy yo para impedir actuar a Dios?"
  
Acompañarse mutuamente
  


El acompañamiento de las personas es una verdadera prioridad pastoral. Construir grupos de creyentes que relean juntos su vida a la luz del Evangelio. En nuetra sociedad plural y diversificada lo primero es la experiencia personal, por ello el discernimiento fraterno vivido en grupos de convivencia profunda en los que circula libremente la palabra, ofrece más oportunidades de comunión.




Acompañar es formar personas cristianas que serán una referencia por su manera de vivir y se mostrarán deseosos de tejer redes de Evangelio en distintos lugares. La llamada a vivir el Evangelio pasa con mucha frecuencia de una a otra persona por contagio.

Proponer el Evangelio
El reto pastoral es discernir cómo el mismo Dios está actuando en la sociedad contemporánea. Este discernimiento se puede llevara a cabo proponiendo el Evangelio del modo más amplio posible. Abrir a las personas el camino de la Palabra supone ofrecerles una nueva oportunidad de dejarse engendrar -conscientemente- por Dios a su propia ida. Es el corazón de esta pastoral. El fundamento de esta actitud es la vigorosa convicción de que sólo la Palabra de Dios puede abrir, tanto hoy como ayer, "la puerta de la fe".
Dejar que el Evangelio vuelva a nosotros. Los relatos no proponen una sola manera de creer, y la exégesis se muestra cada vez más atenta a esta gran diversidad de los orígenes, tan iluminadora para vivir nuestra cultura tan plural. Pero de un relato a otros perfilan convergencias, que son capitales y van emergiendo los dos grandes tipos de creyentes: personas signos del Reino y personas con identidad de discípulo.

Hombres y mujeres signos del Reino
La identidad de los discípulos
Signos de Reino
Multitud de personas se hacen hijos de Dios simplemente por su manera de vivir sus relaciones con los demás. Dios se les comunica sin que tengan necesariamente conciencia de ello. Mateo llama la atención sobre esa muchedumbre numerosa y cosmopolita a la que Jesús enseña en la montaña. Sus primeras palabras son de felicidad -bienaventurados- Dios les ha adoptado. Estas personas llevan una vida de la que ya podríamos decir que es sacramental en sí misma, porque significa y realiza a diario el estilo de vida del mismo Dios. Son personas signos del Reino. Todo comportamiento verdaderamente humano posee ya la riqueza de la misma vida de Dios. En este Evangelio se dice que el Cristo resucitado se ha comunicada a esas personas sin saberlo ellas... se había hecho presente a ellos, en el corazón de sus relaciones cuando sembraban un poco de amor a su alrededor (Mt 25, 31-40).
El CVII afirma que todos los seres humanos que viven según su conciencia han recibido, como los cristianos, las primicias del espíritu, que los hace capaces de vivir la Ley del Amor. Esta convicción ilumina la manera en que los evangelistas presentan la actitud pastoral de Cristo. Cuentan los múltiples encuentros de Jesús con personas que se cruzan en su camino al azar de las circunstancias; intervienen durante un momento y desaparecen del relato sin dejar huellas... ¿cómo los acoge Jesús? Accede a sus deseos, en un auténtico diálogo y les comunica un suplemento de vida. Los restaura por dentro, los engendra a una nueva vida. Jesús no busca hacer cristianos. Jesús da testimonio de un inmenso respeto a la libertad de cada persona, en lo que tiene de única, y se limita  a remitir a todas a la verdad de su existencia: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". A sus ojos, estas personas ya son creyentes: "Ánimo, hija, tu fe te ha salvado". Sin embargo ninguno reconocerá en él al Cristo hasta el punto de darle este nombre. Están habitados por su deseo de vivir y se dirigen a él porque perciben que Jesús puede comunicarles su vida. 
La Iglesia está llamada a reconocer la fe que les anima ya revelarles, de una manera o de otra, este "dichosos vosotros" que resuena en el sermón del monte. ¿Y si suscitara nuevas maneras de celebrar la presencia del Reino en la vida de estas personas, sin intentar por ello integrarlas en la comunidad cristiana?



Discípulos
Ellos están invitados a convertirse en personas del Reino, pero con ellos acontece algo completamente nuevo. 
  • Varios están presentes desde el comienzo del relato y llevarán el curso del Evangelio hasta el final.
  • A algunos los llama Cristo directamente para que le sigan.
  • Otros, especialmente mujeres, se asocian espontáneamente al grupo que se va formando progresivamente a su alrededor.
  • Muchas personas les siguen en todos sus desplazamientos, oyen sus enseñanzas, son testigos de curaciones, pasan acontecimientos significativos con él...
También son engendrados a la vida de Dios, pero en el tiempo de la camaradería con Jesús.

Estas personas, siguiendo a Jesús, lo engendran progresivamente a una identidad nueva, llega a ser, gracias a ellos, el iniciador y pastor de una comunidad visible y duradera que será el núcleo de la futura comunidad cristiana. Ellos también acceden progresivamente a una nueva identidad, a ellos será a quienes Jesús plantee la pregunta que se refiere a su persona: "¿Y vosotros quién decís que soy yo?". No se arriesga a ello más que después de haber pasado un buen tiempo de camaradería con ellos. Simón responde: "Tú eres el Cristo", dando así comienzo a la confesión de fe de la Iglesia. Con todo Pedro no se encuentra más que al inicio de su itinerario. Comprende muy mal el título que acaba de enunciar; le pone una connotación de poder y gloria que llevará a Jesús a dar a sus discípulos una enseñanza completamente nueva: él es el Cristo, sí, pero lo será a la manera del siervo de Isaías, que vino para servir y no para ser servido. Sus propios discípulos no comprenderán esta enseñanza hasta el final del relato. Su fe, aunque incompleta, ilusoria en parte y mezclada con malentendidos y errores, es, a pesar de todo, la matriz de la fe de la Iglesia, que a lo largo de la historia sigue siendo, también, imperfecta en su expresión.

¿Quién puede determinar la calidad de su propia fe y apreciar la de otro, y según qué criterios? ¿Cómo se puede trazar con precisión la frontera entre las personas del reino y los discípulos? (Simón el leproso, José de Arimatea...) La frontera no está trazada con claridad y los narradores no se preocupan por delimitarla... ¿y si el hecho de no querer fijar las cosas demasiado fuera la manera de actuar de Dios?


Un texto del Evangelio de Mateo, al hilo de esta frase: "Estas personas, siguiendo a Jesús, lo engendran progresivamente a una identidad nueva, llega a ser, gracias a ellos, el iniciador y pastor de una comunidad visible y duradera que será el núcleo de la futura comunidad cristiana."

La madre y los hermanos de Jesús
"Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre."
(Mt 12, 46-50)

 

Según el ritmo del Evangelio
Estamos convencidos de que el Evangelio invita a todos los seres humanos a llevar una vida auténtica, a la altura de su conciencia. Desde ahí nos atrevemos a proponer el Evangelio invitando a llevar una vida según las bienaventuranzas. Esta proposición, dotada de sentido, es tanto más importante por el hecho de que muchos contemporáneos están perdiendo puntos de orientación. La persona de Cristo puede ser significativa para muchos, porque encarna de una manera única e incomparable una manera de vivir extremadamente humana. Los cristianos rechazan las dinámicas que desnaturalizan la dignidad de la persona y se unen a multitud de personas, para promover una vida auténticamente humana.

La libertad del anunciar el Evangelio viene del hecho de dejar que la Buena Noticia ahonde en cada persona la "respuesta de la fe" que le sube al corazón y a los labios. El Espíritu suscita una gran diversidad de respuestas. Los signos de los tiempos nos invitan a dejar al mismo Espíritu trazar caminos de vida diversificados para cadapersona. El respeto a las conciencias supone dar nuestro consentimiento a un despojo, a una pérdida de autoridad y de influencia. Tal vez sea bajo esta modalidad como el misterio pascual de toda vida está trabajando hoy en la Iglesia.





Entrada sacada de un texto de Philippe Bacaq,
del capítulo "Hacia una pastoral de engendramiento",
de su libro: "Una nueva oportunidad para el Evangelio".


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