
"Los que enseñan la justicia a la gente,
brillan por siempre como las estrellas"
(Dn 12, 3)

"Toda la Escritura está inspirada por Dios, y
es útil para enseñar y para argüir, para corregir y
para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y
esté preparado para hacer siempre el bien."
(2Tm 3, 16-17)

Mística y política

En primer lugar, se impone, una segunda Ilustración (Wider die zweite Unmündigkeiil,
1988). El grito de guerra de la primera Ilustración -"atrévete a
pensar"- no ha logrado la madurez del hombre. El hombre actual no es el
ilustrado, sino el nietzscheniano: un hombre sin memoria, sin sentido
del dolor, ni de la culpa, sin lenguaje , sin historia. El ideal del
hombre es la máquina perfecta, víctima de la metodología científica más
que su protagonista. De ahí la necesidad de partir "contra la segunda
mnadurez".
En segundo lugar, confrontar la nueva mitología del tiempo con la concepción bíblica del tiempo. Es la confrontación del mito con la historia (Theologie gegen Mythologie, 1988).
Israel, ante las experiencias de dolor y muerte, no busca consuelos,
como los pueblos ¡imítrofes, fuera del tiempo. Consuelo, si consuelo ha
de haber, tiene que ser en el tiempo. El nuevo mito del tiempo se llama evolución,
que es la ideología del progreso: siempre hay tiempo para resolver los
problemas. Pero los problemas no se resuelven, sino que se disuelven en
el tiempo. Frente a ello, Metz plantea la recuperación de la historia
cuyos conceptos básicos serían el de interrupción y el de mentira. La
idea esa de que "con eI tiempo mejoramos" puede
ser una ideología de los ricos y vencedores; para el pobre y fracasado,
"poner fin a los tiempos que corren" ha sido el principio motor del
cambio. La relación entre apocalíptica" e "interrupción" es evidente,
pero el apocalipsis no es catastrofísta por los tiempos que anuncia,
sino que llama la atención sobre lo catastrófico de los tiempos que
corren.
Recuerdo del sufrimiento
La memoria se ha convertido en la piedra angular de este pensador. No cualquier memoria sino "el recuerdo del sufrimiento" (die Leidensgeschichte) es la categoría que puede
hoy recomponer las pretensiones de universalidad, de verdad y de
moralidad que caracterizan el pensamiento ilustrado. Eso lo explica
convenientemente en el libro homenaje publicado con motivo del
sexagésimo aniversario de J. Habermas (die anamnetische Vernunft, 1989).
Tanto el pensamiento occidental actual como el cristianismo padecen del
mismo mal: haber recibido sólo una parte de su herencia cultural. Ha
dominado la idea de que lo que el cristianismo tiene
de universal, de racional, de comunicabilidad, le viene de Grecia, en
tanto que el genio judío se agota en la liturgia y el intimismo. Se ha
perdido así el espíritu de Israel. Su genio es ver el todo desde
esa memoria dolorosa que plantea al presente preguntas sobre los
derechos de los vencidos, preguntas que ponen en, evidencia la
fragilidad de un presente que es el de los vencedores Metz huye de toda
"estetización" del dolor, es decir, de consideraciones tales como "dolor
ha habido siempre y en todo lugar". El dolor es una experiencla
colectiva, sí, pero particular. Para él y para los alernanes, es
Auschwitz. Hablar de Dios o de Alemanía ya sólo es posible si se toman
en serio los derechos de esas víctimas y la significación de esa
catástrofe (Unterwegs zu einer nachidealistischen Theologie, 1985).
Metz es un extraño apologeta, pero del hombre. Sabe muy bien que las
grandes preguntas filosóficas de Occidente tienen que ver con su cultura
de origen, la judeocristiana. Participa con los "dialécticos de la
Ilustración" de la preocupación, por lograr la madurez pretendida. Pero
las amenazas contra el hombre que provienen de los posmodernos, de los
neopragmáticos o de los ideólogos de la técnica no se resuelven si la
Ilustración se cuece en su propia salsa. Hay una cultura
cronológicamente preilustrada pero históricamente ilustrada cuya voz
conviene que se oiga.
(Fuente)

"En la
espiritualidad cristiana hay demasiados cánticos y pocos gritos de
indignación,
demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo
más humano,
demasiado consuelo y poca hambre de justicia."
(J.B. Metz)
Johann Baptist Metz es un teólogo alemán nacido en Welluck, ciudad
de la región de Baviera, en 1928. Fue profesor de teología fundamental
de la Universidad de Münster en 1963. Cofundador de la revista Concilium
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