Lucas
narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del
Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite
entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.
El
anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital
de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús
se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin
relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada
bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús
anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi
siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al
Dios encarnado en Jesús.
El
anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del
«templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente
allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos
aliviando el sufrimiento y ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho
carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los
hombres» y compartir nuestra vida.
El
anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el
sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le
hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica dónde está ni qué
está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo,
Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente,
defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.
Por
último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja
estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El
Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el
origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios».
El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se
quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús
no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.
José Antonio Pagola
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